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Irina Castosa

En el año 2011 apareció en mi cuello un “bultito” que según la opinión de muchos médicos “no era nada”. Si bien nunca me había molestado, en noviembre de 2016 comencé a notar que la bola se había hecho más grande, y al cabo de unos meses, comencé a sentir dolor de oído. Fue este dolor el que me llevó a consultar con otros especialistas si podría existir algún tipo de relación entre el bultito y el dolor que presentaba. Aparentemente sí. De esta forma, cumplimenté una serie de estudios, me operaron y finalmente pudimos nombrar a la enigmática bolita: se trataba de un linfoma de Hodgkin que para tratarlo requería de quimioterapia.

Confieso que al principio no entendía NADA. La incapacidad de comprender los eufemismos con los que muchas veces se manejan los médicos hizo que cuando me dijeran el diagnóstico no entendiera de qué me estaban hablando. No tenía idea qué era un linfoma, ni Hodgkin, ni nada… Luego de varias horas de ver lo angustiada que estaba mi mamá, me dije: “Hay algo que no estoy entendiendo” y googlee (¡jamás lo hagas!) y fue lo peor que pude haber hecho, así que empecé a caer y como toda caída fue fuerte… Lloré, grite, putié, odie a Dios, pensé que iba a morir, hasta que finalmente después de varios días me convencí de que quería vivir. Mi mayor anhelo era ver a mis sobrinos crecer y me aferre a ese deseo. Admito que lamentablemente esta actitud positiva me duró muy poco, al tiempo empecé la quimio y, como todos los que pasaron por esto saben, la quimio no te vuelve la persona más estable del mundo ni física ni emocionalmente hablando.

Pero tuve suerte: en FUNDALEU me atendieron los mejores, en el día a día me acompañaron seres únicos (familiares y amigos) y acá estoy, a casi un año de haber terminado el tratamiento sintiéndome más viva que nunca. Volví a trabajar (¡rayos!), me creció el pelo (como si nada hubiera pasado), me fui de vacaciones (iiiupiiiii) y ya…, la vida sigue, para bien o para mal, sigue.

Para los que estén atravesando esta enfermedad, sepan que la palabra cáncer ya no representa lo que significaba antes, hay muchas alternativas para tratar la enfermedad y seguir adelante. Todo pasa y cuando pasó, la forma de sentir la vida, se vuelve maravillosa.

  • Gracias Doc Isolda Fernández por marcarme la cancha cuando lo necesité, por creer usted más en mí de lo que yo confiaba en mí misma
  • Gracias Doc Analía Pissera por sacarme taaaaaantíííísimas veces el dolor y por entender a la perfección la importancia de poner la medicina al servicio de la dignidad humana del paciente
  • Gracias Luz Ibañez por protegerme del apestoso universo y sus maaalditos y muy maaalditos gérmenes
  • Gracias Gladis, la bomba de FUNDALEU por inyectarme tantas cosas jajajajaja entre ellas: shocks de buena onda y energía
  • Gracias a los Fundaleuenses: Candela, Lucila, Bryan, Lautaro, Carmen, Camila, Juan y Belu por habernos elegido como compañeros de ruta (porque en autopista ni en pedo lo transitamos jajaja), acompañándonos en los momentos más duros y dando origen a este grupo tan lindo que nos sostiene y levanta y sin el cual mi paso por FUNDALEU no hubiese sido el mismo.

 

 

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