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Agustina Pucko

Empiezo esta carta presentándome: mi nombre es María Agustina Pucko, tengo 28 años y soy de CABA. Soy la del medio de tres hermanas. En cuanto al estudio, soy chef y licenciada en nutrición.

Ya habiéndome presentado les empiezo a contar un poquitito de mi historia….a los 18 años, cursando en su momento el CBC para medicina, detecté unas petequias en mis brazos, sin otro síntoma aparente más que cansancio y sin saber realmente que eran petequias. Llamémoslo sexto sentido o algo así, voy a la guardia donde me explican qué es y me hacen análisis de todo tipo para ver si me tenían que dejar internada (para no correr riesgos). A la hora estaban los resultados de los análisis y ahí empieza mi historia. Para situarlos en el momento, esto sucede un Viernes, ese domingo nos comenta la visitadora médica que había cama en Fundaleu y como lo mío era puramente hematológico, nos dirigimos con mi sequito familiar hacia ahí.

La primera médica en recibirme ahí fue Isolda Fernández, quien hasta el día de hoy  es como mi segunda madre. Sus primeras palabras fueron: “vamos a hacer una punción de médula para ver con que nos encontramos, pero sea lo que sea, tiene tratamiento”; lo cual no solo me tranquilizó a mí, sino que alivió un poco la angustia de mi familia, quienes estuvieron al pie del cañón desde el día cero. Los resultados de la punción arrojaron que tenía LMA (Leucemia mieloide aguda), por lo cual, ese mismo día, catéter de por medio, empecé con la quimio.

Mi tratamiento consistía en tres internaciones de 23 días aproximadamente, con 15 días de descanso entre internación e internación. En la tercer internación me hicieron el autotransplante de médula (ya que no era compatible con mis hermanas). No les voy a mentir, lo están viviendo o lo han vivido: es un camino duro y largo pero vale la pena haberlo atravesado.

Las primeras palabras que se te cruzan por la cabeza son: ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para tener que atravesar por esto? Y la verdad es que aún yo no encontré respuesta.

Mi paso por Fundaleu, pese al malestar físico por el que atraviesa uno, no pudo haber sido mejor. El trato y la contención que nos brindaron no tiene nombre, por eso mi agradecimiento es y va a seguir siendo ETERNO. A los 18 años, con toda la vida por delante, me tocó atravesar esto y de no ser por mi familia y la familia Fundaleu, no sé si habría podido sinceramente.

Tras terminar el duro tratamiento, a los seis meses, me encontré con otra pesadilla: la recaída, por la cual tuve que atravesar por una quimio muy fuerte con una internación de 52 días. Ese momento fue un quiebre para mi emocionalmente, pero a fuerza de voluntad y mucha ayuda lo superamos!. Tras esa recaída, Isolda optó por un “protocolo de mantenimiento” que consta de una quimio oral que se da los primeros 5 días aproximados de cada mes.

Ahora llega la parte linda de la historia: rehacer tu vida. Es difícil encontrarse con uno después de haber pasado lo que pasó. pero les aseguro que vale la pena. Necesité mucha contención familiar y terapia para atravesar los procesos lógicos que uno tiene que pasar.

Tomé las riendas de mi vida de a poquito y me metí en el IAG para estudiar para chef, lo cual me resultó y me resulta una terapia. Al haber terminado el terciario de profesional gastronómico, decidí que quería ir más allá. En ese momento decidí que quería estudiar nutrición, la mezcla perfecta entre medicina y gastronomía. Mientras estudiaba, trabajaba y así se llenaban mis días, con los chequeos cada vez mas periódicos que iban arrojando parámetros normales!!

Hoy en día les puedo decir que si bien sigo en busca de la felicidad, también considero que la felicidad son momentos del día y cada día tiene algo (lo cual me llevo muchos años aprenderlo). Hace un año aproximadamente, mi hermana mayor fue mamá, lo cual me conectó totalmente con la vida, el juego y el amor incondicional y totalmente desinteresado…..ahí es cuando me vuelvo a preguntar ¿valió la pena? … SI totalmente valió la pena luchar, llorar, doler y atravesar por todo eso para hoy en día disfrutar del mejor trabajo y regalo que me dio la vida que es mi sobrina (sin desmerecer al resto de mi familia)

RESUMIENDO: no bajen los brazos, lloren cuando tengan que llorar, puteen en cada uno de los pinchazos, aférrense a sus seres querido y sobre todo a la vida.

Espero, con esto haber dejado mi legado.

Saludos y mucha fuerza!

Agus

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